La sociedad de la basura

Una posible explicación de por qué parece que nos da igual todo

¿Por qué parece que cuanto más sabemos, menos hacemos? Cientos, miles de noticias salen a la luz diariamente sobre el calentamiento global, la destrucción de la naturaleza y la contaminación infinita que producimos. Y miramos la pantalla de nuestro ordenador, móvil, tableta, tele, cualquier medio de comunicación y ahí tenemos información sobre las consecuencias de nuestros actos, sobre cuál es la situación en la que nos encontramos y también cómo evitar que todo se destruya. Y sin embargo, nos mantenemos indiferentes como si la cosa no fuera con nosotros. ¿Por qué?

Hablemos de filosofía. En el año 1967,  el situacionista francés Guy Debord escribió un ensayo titulado La sociedad del espectáculo. En ella acusaba a la sociedad de su época de vivir bajo, por y para un teatro a escala global, una sociedad condenada y retratada por una sucesión de escenarios que construían una realidad. Verdadera o falsa ya son valoraciones ulteriores. Nosotros dejamos de ser reales y pasamos a ser una representación. Dicho así, suena muy duro, muy abstracto y muy teórico, pero, ¿cómo de lejos estamos de eso? ¿y qué tiene que ver esto con nuestro tema?

Como habitantes de la sociedad del espectáculo, eternos usuarios de las redes sociales y criaturas sobreexpuestas a las pantallas, las series e internet, hemos normalizado el horror y lo hemos distanciado de nosotros, convirtiendo nuestra percepción de la realidad en un teatro, y nuestra memoria en un instante. Nuestro principal problema es entendernos ajenos al problema, lejanos en tiempo y en distancia de donde suceden y se perciben los horrores de un planeta sepultado bajo la basura.

DSC_0105

Benedict Anderson, politólogo e historiador americano, hablando de la idea de nación hablaba de este problema: la proximidad. Somos incapaces de sentir proximidad, afinidad y lealtad por aquello que tenemos más lejos de unos cuantos kilómetros. Y al igual que el problema del sentimiento de «nación» es que es limitado (cuestión de la que habla este autor), aquellos problemas que nos dicen que pueblan nuestro planeta nos resultan ajenos si no los tenemos inmediatamente próximos. Esto, junto a nuestra incapacidad de comprender el plazo de las consecuencias de los problemas que estamos planteando y la teatralización de la realidad que sucede como consecuencia de la sociedad capitalista, absúrdamente consumista, posmoderna y «espectacular» de la que hablábamos, tenemos la televisión y los medios electrónicos (y también físicos), llenos de imágenes que documentan objetivamente una realidad que debería parecernos horrorosa y despreciable pero que, en realidad, nos deja totalmente indiferentes.

Landfill site

Algunos dirán que el problema y las medidas a tomar son (o deberían ser) políticas, y que las personas poco podemos hacer a título personal para lograr un cambio. Pero si esto es verdad, caemos en contradicción directa con aquello que es lo político: lo que afecte al pueblo. Si los mandatarios y los gobernantes, tanto nacionales como supranacionales, ordenan sus prioridades por cuestiones monetarias, debemos convertir nosotros, el pueblo, la basura en un problema político y social tan importante como el resto. Si la población se mantiene indiferente ante lo ambiental, la prioridad del gobernante siempre va a ser otra, y a nosotros nos resulta indiferente salvo los tres segundos que puede llegar a horrorizarnos una imagen. Porque cada uno de una manera, aun sabiendo que estamos perjudicando el medio ambiente, contaminando nuestros mares, nuestras playas y nuestras tierras, seguimos tirando deshechos al suelo, colillas, papeles por la ventanilla, usando bolsas y botellas de plástico sin sentido,  lanzando cualquier cosa a los mares y a los ríos, llenando cunetas y riveras de ríos de latas, tirando toallitas y bastoncillos por el retrete y todo al contenedor general y no al reciclaje. Porque no vemos la consecuencia directa, porque no son nuestros bebés los que nacen abrazados a los bastoncillos de los oídos, ni nuestros cráneos los que se desarrollan deformados alrededor de un plástico. Sin embargo, sí es a nosotros a quien perjudica, al final, y de manera cada vez más directa que indirecta, que estemos destruyendo sin miramientos nuestro planeta.

garbage-2729608_1920

Un comentario en “La sociedad de la basura”

Deja un comentario