Cuando yo empecé la carrera, en la licenciatura en biología, el primer curso teníamos dos asignaturas que definían marcadamente las preferencias de los alumnos: la zoología y la botánica. O te gustaba una o la otra, no había más, algún iluminado decía que le gustaban ambas, pero en el fondo sabíamos que mentía. En mi caso yo me decantaba cláramente por la zoología, yo había entrado en la carrera para saber cosas de bichos (como el mismo profesor, Florentino Braña, los llamaba). De hecho, a lo largo del curso acabé cogiendo bastante manía a la botánica, posiblemente en parte por culpa de la profesora, que no me transmitía nada. Más tarde, cuando estaba cursando cuarto de carrera, ya en el Grado en Biología, tuve que elegir las asignaturas optativas de la carrera, y claro, si quería «especializarme» en biología ambiental pues tenía que coger las asignaturas de esa rama: ecología aplicada, zoología aplicada y…¿botánica aplicada? ¡Si no me gustaba la botánica!
El caso es que me matriculé y cursé la asignatura, y gracias a esto descubrí una disciplina que a día de hoy me sigue pareciendo de las más apasionantes y prácticas de todas las que dí en la carrera: la geobotánica. Continuar leyendo «Aprendiendo conceptos: la geobotánica»